viernes, 16 de junio de 2017

Importante nota de delirio. Lo que no tenemos es lo que nos hace seguir.

El escritor/a coge las palabras, dice, que ya están ahí y las ordena.
En ocasiones, muchas, desordena también las. 
El escritor/a, genera nuevas ideas con palabras viejas.
Bien, en el presente faltan textos innovadores;
para mi.
Supongo...
no quiero hablar por el resto, claro. 
La gente saca libros, firma dorsos y es leída con ahínco por los llamados Lectores. 
Con mayúscula... los que sí que leen y saben leer. 
Si sigue habiendo mercado, es porque hay algo que aún no se ha contado.
Deduzco. 
Pero no consigo leer nada nuevo.
Todo me parece vacío o reiterado en demasía. 
Todo me parece ya vivido, en mi cabeza o en otras vidas.
No puedo haber leído tanto, porque yo sé con certeza, que no lo he hecho. 
Entonces, cómo me he hartado y aburrido de las letras, sus sentidos, sus respuestas.
Supongo, y acierto con ello, espero... que lo que busco en rededor, en los libros, en cualquier autor, son las preguntas -respondidas- que jamás han tenido respuesta. O que sí,
Lo que busco: -quiero pensar- el despejar las letras de las tantas ecuaciones existenciales 
que nos dejan el cerebro apaleado, que me dejan la cabeza echa trizas.
Lo que hago, mientras busco, es intentar entenderlo. Comprender mis disgustos.
y escribo, como y aspiro para responderme. 
Y consigo seguir viva.


Nota: El día que todas las preguntas existenciales se respondan. Ya no habrá nada interesante sobre lo que escribir, ni sobre lo que leer, ni por lo que vivir.

Lo que no tenemos, es lo que nos hace seguir. 




lunes, 12 de junio de 2017

El arte de rehacer

Me repito
te repites
Me repite...
Leo frases
las reescribo
sed felices.
Ando recta
erguida, y contenta
disimulo con pecho fuera
que no tengo ni puta idea
de adonde voy
de donde vengo
o para que soy.

Versos bucólicos y las siluetas que desaparecen en el atardecer.

La sombra de la tomatera
desaparece.
Al tiempo voltean
las campanas inventadas.
Se aceleran
las golondrinas sobrexcitadas
por la despedida
de un sol
que se va,
aunque sea la tierra
la que se mueve
y también él,
y las golondrinas,
el toldo raído de una casa vieja
y todo lo demás;
las moscas en mis rodillas,
el viento en la ropa tendida,
la ropa tendida,
el agua,
cada sonido que percibimos,
y todo el que no.
El silencio de la ciudad
que se percibe desde los montes.
Cada final de letras,
y todo el eco que resuene.


viernes, 2 de junio de 2017

Han de oírse hasta las palabras escritas.

Llega el sonido a la campana
y los pajarillos que hace poco
reinaban en mi terraza,
le acompañan en su canto.
Acercan las verdades de la vida,
las inspiraciones del hombre,
solo a quien mantiene el oído abierto.
Compiten sin quererlo contra tableros,
pantallas y frases cortas con letras grandes,
que se deslizan entre los dedos,
dentro de las casas aisladas
que lo escuchan estáticas
pero con alma, que no siempre vemos.
Los humanos
que dicen tener en propiedad,
lamentan en su lugar la interrupción
con un subir de volumen
de un mando negro y caliente.
Las mentes,
descoloridas de pureza
se ciernen en "malver" cuan importante
es la última noticia de nuestros amos
y limitan su apresurar
a prisiones de tiempo
a asegurar un futuro
más incierto que la religión sin dios
o que la ciencia sin experimentos.
Y la observación del instante
que pocos consiguen captar
la ciencia de la vida...la esencia del vivir
queda relegada sin remedio para los que no tienen tele
los que prefieren por lo menos intentarlo
y aceptan con gusto las teclas,
los mensajes pocos e importantes
los que oyen.
Los que leen lo que ha tenido que ser escrito
y los que escriben porque si no...
si no seguro, que no hay quien lea
sobre el sonido del campanario
con piares que lo acompañan
y forman uno...