vibran a una frecuencia en la derecha;
en el oído izquierdo a otra.
Se desdobla, nos,
y sale lo que soy en realidad.
Hago de las mías.
Me recreo en disfrutar el logro
de haberlo hecho queriendo,
y juego,
que a mi lo que me gusta
es el juego.
Voy y vuelvo
veo, llamo y siento;
disfruto.
A la contra, salgo de repente cobarde,
se hace bola el sentimiento,
y se transforma en un ser completo,
aparece
con largos brazos de esqueleto
y una máscara robusta, y desproporcionada
a la cara que la porta;
si es que hay cara.
Don terror se acerca hacia mi luz
entre saltitos danzantes y bidireccionales
que le delatan ante mis ojos abiertos.
Cazo sus intenciones al vuelo...
¡viene disfrazado de miedo!
y además soy yo quien lo viste.
Al percatarme,
me hago la dueña de sus caretas
y se le caen a otro suelo que no es el mío.
Ahora la capucha negra le tapa el rostro,
si es que hay rostro.
Se le percibe indefenso ante mi seguridad
al gritarle lo que censuro,
y se hace todo nada en un instante.
No hay valor
el hilo de plata lo retira todo
y vuelvo.
No puedo resistir la intensidad,
así que me voy.
Y ya, tranquila, me duermo.
-Nuestras luces sí que se ven
y eso ya es.-
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