El círculo eterno
es más bien una espiral ascendente
fantásticamente diseñada
para vivir en una sucesión de fases.
-A lo que me digo-
Decide como transitarla.
A saltos rítmicos y danzantes
o arrastrado por la inercia
del que busca fuera
lo que ya es.
O quizás, y con suerte,
flotando en la dirección consciente
del que sabe a dónde va,
que no puede ser otro lugar
sino El Presente;
cíclico,
cinético sin remedio,
fugaz y perenne.
Ese mismo presente,
que deja de serlo al mirarlo,
gobierna las emociones y el aprendizaje.
Hace a todo un Uno múltiple
para desintegrarse al instante
y repetir el proceso
hasta el siguiente.
Te permite saber hoy
y olvidar luego.
Recordarlo todo otra vez
en la entrada noche,
equivocarte y acertar,
sentir dolor, excitación,
curarte de cualquier condena
-Ya que el paso de la sentencia
es inminente, inevitable-
Te permite confiar en la muerte
de cada segundo que vuela
que se transforma
y ser vida.
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