martes, 19 de septiembre de 2017

Hay alguna miga en el suelo esperando a su hormiga portadora.

Hay dos manos pegadas a mis brazos
Diez uñas mordidas por mis dientes separados
y un cariñoso dolor que reside en mi espalda
desde principios del nuevo siglo.

Hay varias cortinas plegadas atrás mío,
que me han prometido despertarse mañana
y hacer que la alarma gane el duelo
a la adictiva perfección paradisíaca
que me acoge dentro de la cama.

Hay poesía en la pureza de tu reír
y comunicación pacífica entre nuestros sentidos
que me cura el vaivén solidificado de mi <cabesa>.

Hay mucho que hacer
más del triple que alentar
y muchas horas gastadas en soñar juntos
que nunca pierdo.

Hay otoño apurándose por tocar a la campana
y una campana que no querría demorarse en demasía
ni por asomo, le pillara el invierno.

Hay barandillas con dudas en vez de barrotes
y lámparas completamente abandonadas
en el almacén de la tienda que sea.

Hay vacaciones en alguna de las páginas de mi agenda
y un lugar que aguarda nuestro aprendizaje
a kilómetros del hogar que más estimo;
percibo además, cierto olor exótico y feliz.

Hay felicidad en cada coincidencia numérica
y muchísimas más estrellas que en la ciudad.
Tierra, piedra y agua...

Hay cuantísimo de verde,
que me aviva a cada paso
y es la esencia más perfecta al respirar.

En este rato.
Hay todo el tiempo que necesito para sabernos.