martes, 15 de diciembre de 2020

De mí. Que no soy yo, y sí.

Parece que por haberse escrito ya 

antaño las palabras sabias

por haberse pronunciado entonces

con estos mismos dedos

los aprendizajes esenciales

se hayan tatuado estos a mi ser 

perpetuos al tiempo

invencibles a mí, 

que no soy yo.

Y también.


Parece que por que ya amaestré 

millares de veces a mi ego

no tenga que saber él

más de mil y una estratagemas  

como para incluso

arrastrar la balanza hasta la victoria.


Parece que el que aprende al dedillo la teoría

el que observa y es consciente de sus voces

el que sabe de herramientas 

para reconducir su dialogo interno

no tenga perdón de su yo que exige 

al enfrentarse a la realidad cambiante 

oscura, fría y llena de ruido, a veces,

en la que bucea, en la que aterrizo

en la que de vez en cuando pierdo.


A veces, "sin embargo de todos los malos sueños"

y de todas las viejas palabras, 

las que corroboro y las que corrijo

parece que la vida sea sencilla

el amor eterno e inquebrantable

el ego una canción que suena de fondo 

y a la que no prestas atención.


Parece que en estos instantes, 

estos que hacen fuerza 

en el platillo de las endorfinas y compañía,

la sabiduría de todos los seres 

anteriores y contemporáneos a mí 

sumada a mi escueta experiencia

la edad de la tierra

todos los mensajes del agua

lo de detrás del fin del universo,

todo junto y concentrado

en forma de sol cálido y luminoso,

alumbre lo esencial 

como un amanecer en India

pero implosionando 

desde el pecho hacia los ojos.


Y entonces...

entonces, parece que sé manejar mi equilibrio  

el intento continuo de entendimiento absoluto

parece ser innecesario

parece no caber duda alguna

lo cual, paradójicamente, 

me permite entenderlo todo.


Parece que las palabras

aunque no hayan alcanzado 

a serme grabadas a fuego 

siguen existiendo 

se han quedado resonando en mi cerebro 

en forma de mantra sutil

para siempre ser capaz 

de salvarme de mí.

que no soy yo, 

y sí.