domingo, 17 de junio de 2018

¿A qué no sabes una cosa...?

¿Sabes esa uña que te muerdes y deja de estar viva sin dolor?
¿Esas incontables vueltas de la lavadora que lo limpian casi todo?
¿Sabes la de cientos de millones de caminos de feromonas que construyen las hormigas a nuestro alrededor, y que con alrededor me refiero a bajo los pies, y a también sobre los hombros?
¿Sabes la de información falsa que nos tragamos hasta todos los que nos creemos despiertos?
, o cuanta verdad le atribuimos a nuestros argumentos y que pocas bases tienen realmente?
¿Sabes ese predolor de la regla que te hace sentir viva y hasta gusta?
¿y ese bombardeo de pensamientos que se activa cuando el sol baja, y el fuego se queda dentro, y los pájaros y los cencerros y algun perro ladrando a algún gato, que araña a otro y este le grita, y el bombardeo en si mismo, es lo único que se escucha?
¿Sabes lo que compensa un atardecer dominical aquí?
, una brisa del ya presente verano en el final de esta primavera?
¿Puedes entender lo que enriquece el alma ver albahacas, tomateras, plantas de chili y decenas más de otras tantas variedades y especies, solo a un levantarme del puf y tres pasos...que no voy a dar porque ahora escribo?
¿Sabes ese libro, el que lees y el otro... que quieres acabar, pero no?
¿Esa eterna búsqueda de algo que ya sabes pero te vuelves Ulises?

Sabes que la lavadora ha terminado su trabajo cuando para de dar vueltas.
Y que este texto ha llegado a su final, cuando dejas de hacer preguntas.
Sabes que todas las preguntas que te hago son más bien autocuestiones.
Sabes que voy a dejar de escribir parar tender.








-Porque ya soy grande-
Me repito para autoconvencerme
entre el lento estirón que me interroga
y el encogerme de nuevo
que soy yo misma respondiendo.






jueves, 7 de junio de 2018

Verborrea filosófica.


A veces resuena en mi cabeza una idea:
no volver a escribir,
no mostrar mis verdades de cinco minutos,
no exponer mi falsa maestría vital,
mi experiencia subjetiva y mentirosa.
Hay días en los que pienso
el por qué, el para qué, de tanto profesor
(el yo no...
no quiero formar parte de la farsa)
Con lo sabios que deberían ser
y todos los que hay...
Solo tenemos que calcular probabilidades
para ver toda la morralla con autoridad educativa
que va formando generación tras generación.
Estamos predestinados, por el simple hecho
de la exponencialidad de nuestra especie
a acabar con nosotros mismos
y todo lo que nos ayuda a ser.
¿Qué sentido tiene entonces tener hijos?
¿O hacer música?
¿O moverse si quiera?
Qué sentido tiene,
si nada tiene más sentido
del que le damos nosotros mismos.
Si aún estuviéramos dentro
de esa cúspide de sabios...
¿Quién soy yo para que me leas?
Por todas esas veces en las que crees
que tengo un mínimo de razón,
me desacredito yo.
Y por aquellas en las que infravaloras
mis palabras, mis certezas,
soy la voz de la verdad.
Adicta a llevar la contraria,
pero con elegancia;
factor favorecedor
cuando hace falta destacar
cuando descargo solo afuera.
Agotador sin embargo
cuando son mis tantos yos
diciéndonos que no voy a escribir más
mientras lo hago.
Por favor,
no os toméis enserio nada de lo que digo.
Todo es mentira
cuando lo leen otros ojos.
Yo soy blablablabla...
y tú no me crees, claro.
Se llama perspectiva.
Por favor,
haced caso a alguno de mis consejos
y dejad de lado ese monstruito interno
que os da siempre la razón
que os hace sabios y conocedores
de la verdad absoluta.
Todo es verdad
cuando lo lee el que entiende.
El código es más bien transparente,
mas no invisible.