Doscientos treinta y nueve trocitos de gracias,
de para qués, de cuántos tiempos,
de amor, de colores, de lunas y de cielos
-y de tanto que no cabe-
se firman con este poema que hace cuarenta.
Otros muchos hay si bien,
que suman cero a esta ecuación.
Se quedaron en servilletas o cajas viejas
con el único propósito
de restar importancia a lo que venía diciendo
y darle un portazo a la estrofa.
Prueba 240 de introspección
derramada en lo que tú y yo
sabemos que no es papel
aunque llamamos página.
-
No voy a escribir
que voy perdiendo por uno la partida
con una muñeca vestida de blanco
que me dobla
como el junco de la frase.
No lo voy a hacer
así que no lo leas
pues ya lo he dicho.
+
Sí cabe decir, cual mantra que sana:
Ganaré conocimientos,
paciencia y destreza izquierda
y tomaré las decisiones por y para mí misma.
>
Y en un tac se conecta el play
de algo dentro en mi cabeza
y me dice a grito pelao
como en una cinta de rock vieja
que seguramente acabe haciendo
lo que buenamente fluya,
y que eso acabará contradiciendo
quiera yo o no quiera
como muchas otras veces,
a mis mantras, a mis acciones
y a mí.
¡Y otras tantas que no fue así!
contesto yo con una sonrisa
Hay millones que fueron buenas
acciones bellas y mantras con respuesta!
¡y cuántas! ¡Cuántisimas respuestas del cosmos me llegan!
Las palabras mágicas del universo
han debido de leer de nuevo mis "versolidades"
porque pido y llueve.
Me cae como agua de Mayo
el ukelele más dobleplusperfectísimo
que jamás hubiera imaginado
-redundo porque lo merece-
y lo echo a dormir hasta nueva orden
en el hueco que ha dejado
la vieja guitarra de batalla.
Y esperamos el ukelele, mis mantras y yo
a que entre venas y versos
me vuelva a perder en incoherencias
y cante una sola canción más.
Post. data.
22-1-18
(y esas acciones, las bien hechas...
son las que cuentan,
las que me han llevado hasta justo
el poema doscientos cuarenta)-
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