Te prometo que te haré caso
-mente-
para no entrar a diario en colapso.
Lo haré a veces,
te prometo que lo haré a veces...
Otras veces el caso cambiará.
El caso es que en ocasiones
seguiré tus sabios consejos
y otras muchas no lo haré.
No lo hago.
No te prometo que siempre te haré caso
-pensamiento productivo-
no puedo hacerlo.
No siempre.
Pero sí todo el tiempo que sea capaz.
Quizás encontrándome al límite
un poco de tiempo más.
Quizás me pierda en mis pensamientos
y no encuentre nada.
Solo quizás.
Te prometo que te haré caso
-insomnio-
todo el tiempo,
porque de tus manos no se puede huir.
Quizás pueda escribir
o castigar mi cuerpo en el sofá
y así hacer como que no estás.
Como si fueras más yo
que yo misma.
Pero no se huye de ti.
No, del insomnio no.
Quizás sea en ti,
cuando ya no haya escapatoria
y la madrugada se eche encima mía
que me encuentre en mis pensamientos
y lo pierda todo.
Lo nocivo y lo inconstante
Y no tenga más la necesidad
de prometerle al cerebro que me extorsiona
lealtad absoluta.
Quizás en el fondo de cada cual
exista perfección.
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