martes, 29 de noviembre de 2016

Del tiempo, el universo y el agua

El tiempo.
Entendido como una dimensión con múltiples direcciones.
Agradable cuando tienes lo suficiente,
como para perderlo sin remordimientos.
Libre.
Asfixiante cuando corre más rápido que tú.
Vuela.
Restrictivo cuanto te lo imponen.
Limita.
Lleno de aventuras para quien lo encauza a su favor.
Feliz.
El tiempo.
Entendido como el tesoro más preciado que se nos regala al nacer.
Apresurado en los primeros años,
donde todo es descubrir y vivir.
Crucial.
Gordo y lento si te conformas con verlo pasar desde la ventana.
Mortal.
La ventana digital.
Letal.
El tiempo.
Un milenio.
Un mes.
Una hora.
Interminable tortura mental,
algunas veces.
Eterna.
Algunas veces en el tiempo,
una pulga en el destino;
o la pulga de una pulga...mejor dicho.  
Fugaz.
El destino.
El destino es: el tiempo pasa.
Es tempus fugit.
Es "haz lo que te de la gana".
El destino es carpe diem
y es "pierde el tiempo".
Es lo que tu elijas hacer,
mientras los relojes tictaquean sin descanso.
El tiempo es como el agua.
Cinético.
Siempre fluyendo;
más rápida, más lenta o estancada.
Pero nunca quieta.
Creciendo y siempre nueva.
Siempre más.
Cada vez superior.
El agua es siempre la misma,
-Agua-
pero ninguna gota se repite.
El tiempo, en esencia, es el único conocedor de la verdad.
Cada minuto es diferente a cualquier otro minuto.
Cada gota crece cuando pasa del río al mar.
Crece en minerales y sabiduría.
Los minutos se engordan con la experiencia del universo.
El cuerpo es parte del tiempo.
Efímera fracción de una mota en el todo.
La energía es eterna.
Hasta el retorno a "la nada".
La ciencia, la literatura, la música, el dibujo, la fe, el amor.
Son los minerales de la energía.
Cada minuto de cultura ensancha el océano del saber.
Y cada día hay más agua, más sal y más consciencia.
Inevitablemente, y aunque se construyan presas pro-desinformación.
El agua siempre sigue su curso.
Los relojes permanecen moviendo imparables sus pequeñas manitas.
Y el conocimiento continúa su recorrido de crecimiento y progreso.
En cada uno.
En nosotros.
En cada gota,
conectada irremediablemente con el resto de las gotas.
El universo es como el agua.  
Somos parte de un todo conectado.
Lo somos en vida y en muerte.
El tiempo, el agua, el universo.
Nacerá, crecerá y morirá como nosotros.
Una gota sucede de otra gota.
Un minuto empieza en el que termina.
Mientras el universo aprende y evoluciona,
nosotros gastamos el tiempo
escribiendo acerca de océanos por descubrir,
o tirados con la mente inmersa en banalidades.
Y así crecemos.
Nos mojamos
y amamos.
Crece el todo.
Se enriquece el tiempo.
Y es que somos nuestro tiempo.            .




Elena
11 Septiembre 2016

No hay comentarios:

Publicar un comentario