Cuando se despertó, sintió
en todo su cuerpo la fatiga que solo puede proporcionar un largo y fuerte
viaje. Se quedó unos minutos observando el cielo, recordaba haber visto
vagamente el amanecer antes de dormirse, pero sin embargo era otra vez de
noche. Debía de haber dormido todo el día. Se percató de que estaba a más de un
kilómetro de la gruta, pero no recordaba haber caminado hasta allí. Comenzó a
restablecer sus mecanismos internos con unos estiramientos hacia el cielo
primero, y en el resto de direcciones después. Comenzó a andar hacia la cueva
para buscar respuestas, ya que se hallaba solo en la desértica explanada, y
necesitaba saber de su compañera y su adversario. Recordó el comienzo del duelo,
se enfrentaba a un dragón o lo que en algún tiempo fue un dragón inmenso y
digno de temer, y mientras su compañera le iluminaba. A partir de ahí todo se
difuminaba y se tornaba de colores brillantes y un tanto excitantes. No
entendía nada...
Cuando llegó a donde pensaba debía estar la cueva, encontró
unas puertas de madera que dejaban ver los pies y la cabeza, debiendo empujar
para mostrar al interior el resto del torso. Entró y se dirigió a los robustos
hombres que ordenaban el local, diciéndoles que esto, según sus cálculos, debía
ser una cueva. Ellos rieron y le pegaron una colleja no demasiado amistosa, le
dijeron que estaba en La Cueva, taberna desde hacía dos generaciones. Pero al
cabo de unos minutos de burla le preguntaron extrañados... ¿De verdad no
recuerdas nada de anoche?, y eso le desconcertó. Si recordaba, pero no sabía si
podía explicar con palabras lo que vivió. Salió del local y comenzó a caminar
hacia donde se había despertado, para buscar más pistas. Y como quien busca
encuentra, percibió algo entre dos coches. Su compañera estaba sentada en un
bordillo de piedra. Encendía y apagaba una pequeña linternita que llevaba en el
llavero cuando lo vio aparecer por encima de un capó, y le tiró las llaves a la
cabeza. "Me tenías preocupada, imbécil..." Mientras él intentaba
hacer memoria, ella seguí hablando con rapidez acerca de lo incomoda que había
sido la espera, cuando de repente le frenó y le dijo... "Ya lo recuerdo,
tu eras un candil de aceite, pero brillabas muchísimo, yo me enfrenté a un
dragón que murió hace muchos años y tenía une ejercito de esqueletos... y las
esporas de los hongos que habían crecido alrededor me turbaron el resto... Eras
una luz tan bella..." Y sonrió. Entonces la muchacha lo golpeó en el
hombro, lo besó, lo abrazó y dijo... Ayer te pegaste con el seguridad del bareto,
creo que tus viejos amigos del curro te pusieron setas de las buenas en la cena.
Elena
27 Septiembre 2016
No hay comentarios:
Publicar un comentario