lunes, 28 de noviembre de 2016

Despeinados por el viento y por los años

La habitación me encuentra desordenada,
me deja el peine despeinada,
me abandona la cama en la mañana,
me echa a patadas,
me tira, 
me da una espada.

Me dice que puedo abrir los ojos.
Me dice que olvide ya las historias,
que forman los sueños
y las memorias.

Me dice que puedo,
que tengo, agradezco,
que tarde despierto
el cuando…¡que menos!
despierto.

Dibujo, escribo y lo rompo.
Abraso a la estufa con manos
heladas, que buscan apaños
que pronto y a solas,
no en vano;
divierten las olas y el baño.

Me cantan poetas ya muertos,
recitan los textos corrientes,
que ya escribieron en latidos,
que ya existieron en mi mente,
de versos que vivieron,
que no mienten.
Verdades del momento,
del presente,
verdades por encima de valientes.

Sorpresas esperadas por dos lustros
¡centenas de reclamos! y robustos,
y firmes se mostraban… no me asusto.
Pensé que era obra mía, ya no busco.

Y llega en un buen día esa familia
regala la ilusión que da la vida
repleto de colores ya soñados,
cantados en canciones del pasado,
buscados desde peines ordenados,
peinados desde camas y contados
sonrisas de la madre que ha creado
poemas sin saberlo
con regalos.

Regálame un biombo…
y se va lo malo
el día que lo ponga,
será un calo,
de libres libertades
del yo es-calo
de…
en el tiempo que sea…
pero acabo.


Elena
7-Febrero-2015 

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