El viaje comienza antes incluso
de arrancar el motor. Empieza con el primer llanto, con el primer miedo -el
miedo a la vida- , cuando aún el calor de los primeros abrazos es bastante para
que los sueños den comienzo. Esos mismos brazos te echan al aire y te impulsan
para que puedas volar más alto incluso de lo que la realidad es capaz de
concebir. Tan alto que dejan de verte...un día sin más caminas sola, buscando
manos que ir agarrando cuando la adrenalina se convierte en temor...y te sueltan cuando su impulso ha
cumplido la función. Un día, sin más...te das cuenta de lo libre que eres,
tanto como siempre has ansiado, y esa libertad te sabe a vida. Esa vida que
daba miedo...para la que necesitabas apoyo, huele a ayer en tu persona y
siempre lo hará, pero las adicciones sociales se tornan en personales
vivencias, bendecidas por nadie más que tú misma...el consuelo es todo tuyo...y
el suelo ahora flota en un mar de presente perfecto, de miedo al que ya no
temes, de la vida...de la que ahora bebes. Un brindis.
Elena
4 agosto 2015
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